A tu padre que te entrega a un ser del que no distingo sus rasgos en la niebla de la ceremonia, solamente para no entregarte a mi,
A la cara coagulada de tu padre en mi memoria, que cada vez le recuerdo siento unas botas militares apretando mi corazón,
A tu cara de momia entrando por fuerza en mis sueños pidiendo ayuda, pues perjudica la pureza de la oscuridad con un hilo de humo, a tus ojos pidiéndome socorro en una calle transitada y dos lágrimas.
Perdón a la escritura porque se inclina hacia ti y contra mi.